domingo, 10 de abril de 2016

Niños creativos de hoy, adultos innovadores de mañana

La creatividad es una capacidad básica de la inteligencia humana. Dicho de otra manera, cualquier persona puede ser creativa si se trabaja y potencia esta capacidad desde la infancia. Y se debe trabajar, dicen, no sólo en el ámbito escolar sino también en el familiar.


Porque la creatividad no se transmite genéticamente pero sí se aprende en un entorno familiar que sea estimulante, que sea flexible, que anime al niño a inventar sus propias historias, a analizar las cosas desde diferentes puntos de vista y cuestionarlas, que fomente su seguridad para que sea capaz de superar los errores y aprender de ellos, que cultive la cultura del esfuerzo...



No se trata de enseñar creatividad, como si de una asignatura más se tratase, sino de trabajar de una manera diferente, de ofrecer a los alumnos en cada asignatura un equilibrio entre la enseñanza de contenidos y destrezas, y libertad para investigar, cuestionar, experimentar y expresar sus propios sentimientos. Los trabajos por proyectos son un buen ejemplo.