La EDUCACIÓN FÍSICA BIEN DIRIGIDA Y PLANIFICADA es capaz de mejorar el estado físico y la salud, capaz de dotar una mayor autoestima, motivación, capacidad de sufrimiento, liderazgo, altruismo, solidaridad, compañerismo, juego limpio, conciencia social, empatía... Es capaz de mejorar las relaciones sociales entre niños y niñas, de mejorar las habilidades motrices, la coordinación, imagen corporal, fuerza, flexibilidad, agilidad, velocidad, resistencia... de velar por la inclusión de niños/as con diversidad funcional, de generar un estado de bienestar y éxtasis imposible de conseguir en otras actividades de la vida cotidiana y especialmente de favorecer la inteligencia. El movimiento del cuerpo por el espacio, la interacción de nuestro cuerpo con otros cuerpos, con objetos, con adversarios, con implementos... mejora la inteligencia sensoriomotriz en los dos primeros años y culmina con la inteligencia formal alrededor de los 12-14 años, favoreciendo el aprendizaje de otras técnicas y habilidades como la escritura, el lenguaje, las matemáticas...